Un día sin auto
Por Angel Preciado Domínguez
A finales del siglo XIX, se inventó uno de los dispositivos que cambiaría el curso de nuestra civilización para siempre: el automóvil con motor de combustión interna. Este invento ha evolucionado y se ha personificado con el paso de los años, llegando a la era de la inteligencia artificial, donde ya existen autos capaces de conducirse sin la intervención de un conductor. Quién sabe qué nos depara el futuro para este invento. Hace 9 años, en la película de la cultura popular «Volver al Futuro» (1985), predecían que en 2015 los autos volarían. Aunque aún no hemos llegado a ese punto, cada vez estamos más cerca. Sin embargo, nos hemos vuelto en su gran mayoría dependientes del automóvil, ya sea para uso personal, laboral o de ocio. Entonces, ¿qué pasaría si un día decidimos no usar el auto particular para ninguna de las actividades descritas anteriormente?
Solo con plantearlo es casi seguro que habrá renuencia por parte de los conductores y «peros» por montones: el clima, la posibilidad de llegar tarde, las inseguridades del transporte. En lugar de ir a tu ritmo de velocidad permitido por las vialidades de tu ciudad, escuchar música a todo volumen mientras cantas o bailas tu artista o grupo favorito, se cambiaría por subirse al medio de transporte público existente en tu ciudad o caminar con audífonos mientras disfrutas de tu música.
La economía, con el pasar de los años, ha experimentado aumentos de precios, ya sea poco o mucho, pero los hace. Por lo tanto, pensar en pagar un transporte particular para cada viaje que hacemos en nuestra rutina diaria implica que nuestro salario fijo o no será menor. Todo esto en busca del confort del usuario que desea trasladarse de un punto a otro.
Hasta el momento, la clave del cambio es lo «particular». Nos hemos vuelto usuarios que valoran el factor de «propiedad particular» como un statu quo. Compartir un viaje o simplemente ir de aventón se convierte en una experiencia totalmente diferente y, a veces, se opta por cancelar el plan solo porque no se cuenta con un vehículo propio.
En la actualidad, debido al creciente aumento en la demanda de compra de autos particulares, los gobiernos de las ciudades siguen invirtiendo en infraestructuras urbanas para vehículos en lugar de promover el uso de otros medios de transporte, algo que ciudades del primer mundo han cambiado a lo largo de los años, reformando la movilidad de sus ciudadanos y resaltando las ventajas que conlleva dicho cambio.
Es natural que a todos nos cause miedo o negación el cambio, sea cual sea. Posiblemente sea un poco complicado cambiar la mentalidad sobre nuestra movilidad diaria. Sin embargo, con orientación, estrategias, apoyo financiero y campañas por parte de los gobiernos de nuestras ciudades, podría llevarse a cabo no solo un día sin auto, sino toda una rutina. Para llegar a ese punto, el conflicto de interés que conlleva este cambio debe resolverse encontrando un acuerdo y equilibrio entre ambas partes interesadas. De esta manera, el usuario principal, que somos nosotros, conocerá y sentirá nuestras ciudades, en lugar de solo experimentarlas desde el interior de nuestro auto.
Autor:
Angel Preciado Domínguez
Arquitecto, entusiasta del urbanismo y el ordenamiento territorial. Cofundador del despacho de urbanismo y arquitectura UrbanDot.mx