UD-BLOG-46-Agosto-2025

El derecho a la sombra en la ciudad

Por Angel Preciado Domínguez

En Hermosillo, la denominada ciudad del sol, el calor en esta época del año no es un simple dato climático: es un factor que moldea la vida diaria de los hermosillenses. Durante los últimos años se han registrado temperaturas extremas acompañadas de lluvias y vientos intensos que ponen en evidencia la fragilidad de la infraestructura urbana. Caminar por banquetas sin áreas verdes ni árboles, esperar el transporte público bajo el sol o cruzar una vialidad sin resguardo deja claro que, en la ciudad del sol, la sombra debería considerarse una necesidad prioritaria.

La sombra no es solo cuestión de confort, sino de salud y de equidad social. En una ciudad donde el sol impacta con tanta fuerza, la falta de lugares sombreados limita la movilidad de personas mayores, niños y adultos que transitan a pie. El uso cotidiano de sombrillas por parte de peatones es ya una respuesta improvisada a esta carencia. La sombra durante los traslados reduce golpes de calor, mejora la visibilidad y hace la ciudad más accesible para quienes no dependen de un automóvil.

Pensar en soluciones no significa cubrir toda la mancha urbana con una sombrilla gigante, sino integrar la sombra como parte esencial del diseño urbano. Esto implica priorizar la sombra natural, mediante árboles nativos capaces de soportar las condiciones locales y aportar beneficios ambientales (como la captura de contaminantes y la reducción del fenómeno de islas de calor), así como la sombra artificial, a través de pérgolas, toldos o techumbres en paradores de autobuses y zonas concurridas que ofrezcan refugio inmediato.

No se trata de un tema nuevo. Varias ciudades, incluso sin temperaturas tan extremas como Hermosillo, han implementado proyectos peatonales y ciclistas donde la sombra es un elemento clave. Invertir en un recurso que parece intangible es, en realidad, invertir en salud pública, movilidad sustentable y calidad de vida. Un andador arbolado no solo invita a caminar: también fortalece la vida social y económica del entorno. Basta observar el dinamismo de los parques urbanos para entender cómo la sombra puede reactivar las vías públicas.

Reconocer este elemento e incorporarlo tanto en proyectos urbanos como en los planes de desarrollo es esencial. No se trata de un lujo, sino de una necesidad en ciudades de altas temperaturas. La sombra marca la diferencia entre una ciudad que excluye a sus peatones y una que los protege. Al final, la sombra nos recuerda que la ciudad debe construirse pensando en las personas, no únicamente en los vehículos.

Autor:

Arq. Angel Preciado

Arquitecto, entusiasta del urbanismo y el ordenamiento territorial. Cofundador del despacho de urbanismo y arquitectura UrbanDot.mx

 

 

 

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